La historia de Lucy Valderrama
Recuerdo que cuando tenía diez años, mi padre nos llevó a un encuentro en la iglesia, en donde estaba el Sr. Villanueva, que siempre buscaba la verdad y nunca se sentía satisfecho. Siempre cuidamos el Shabat. En aquella época empezamos a celebrar todas las festividades. Poco a poco fuimos aprendiendo. Todas las noches asistíamos al estudio del Shulján Aruj. Mi padre tenía un carácter fuerte y exigía mucha disciplina. Una vez consiguió un libro de «Hebreo sin maestro» y empezó a enseñarnos hebreo en casa, con una tiza y una pizarra. Siempre nos dormíamos, y mi padre nos enviaba a lavarnos la cara y seguir estudiando. En 1991, cuando siete de nuestros hermanos hicieron aliá a Israel, nos enviaron una placa calentadora eléctrica, un Jumash (Pentateuco), un shofar (cuerno de carnero), mezuzot, un talit (manto ritual), tzitit, etc. Antes no sabíamos cómo calentar la comida para el Shabat.
Mi padre trabajó siempre duramente, pero todas las noches nos enseñaba, sin importar cómo se sentía. Se levantaba a las seis de la mañana para estudiar y rezar. Teníamos que saber el Shemá en castellano. Cada uno tenía junto a la cama un pequeño recipiente para hacer netilá (abluciónes), y todas las noches mi padre revisaba si nos habíamos acordado de dejar agua junto a la cama. Nuestros padres hicieron aliá en 1993, y viven en Alón Moré. Gershon, Miriam y Georgia están casados y viven en Bet-El.
Por supuesto, mi padre y el Sr. Villanueva dejaron la iglesia y fundaron la comunidad, aproximadamente en 1975. De hecho, crecimos como judías casi en todos los aspectos y en mi casa había mucho rigor en el cumplimiento de los preceptos. Practicamente, no conocimos otra tipo de vida.