Una historia de marranos: dos cocinas, pero nadie sabía ¿por qué?

Una historia de marranos: dos cocinas, pero nadie sabía ¿por qué?

Un artículo de Shimon Cohen

Arutz Sheva habló con Sarah Israel, una descendiente de marranos (judíos forzados a convertirse al cristianismo durante la Inquisición española), que encontró el camino de regreso al judaísmo en su España natal.


Sarah explicó que su madre pasó por un proceso de búsqueda espiritual, pero ninguna religión la satisfacía, hasta que descubrió el judaísmo y sintió que «es donde está el verdadero Di-s y es donde ella pertenece». Su madre se acercó al judaísmo y Sarah también se interesó. Más tarde, Sarah participó en una reunión de Shabat organizada por emisarios de Shavei Israel que habían ido a España. (Shavei Israel es una organización israelí que ayuda a los judíos perdidos y escondidos a volver a sus raíces.)


«Fui al Shabat y ellos hablaron sobre los marranos», dice Sarah, explicando que, inicialmente, no veía ninguna conexión entre los Marranos y ella y su familia. En aquella época, Sarah deseaba unirse al pueblo judío como Rut, la moabita, pero durante ese Shabat la conversación giraba en torno a costumbres tradicionales que eran preservadas entre los marranos de generación en generación y que tenían raíces en el judaísmo.


La conversación la llevó a pensar sobre las costumbres con las que creció en su casa. Entre otras cosas, recordaba la costumbre de romper un vaso en bodas, lo que nadie en la familia podía explicar.


Sarah también cuenta que en la casa de su abuela había dos cocinas, por una razón desconocida. Nadie sabía por qué y nadie preguntaba, y la familia se acostumbró a eso. Cuando su abuela murió, fue colocada en el suelo, contrariamente a las costumbres cristianas normales en la región. Más tarde, cuando habló con voluntarios de la organización funeraria judía en Madrid, Sarah descubrió que éste también es una costumbre judía. (Hay una costumbre judía de, si una persona muere en casa, el cadáver se coloca si es posible en el suelo y cubierto hasta que sea llevado para ser preparado para el entierro.)


La conversación que Sarah tuvo después del Shabat con los emisarios de Shavei Israel sobre las costumbres de su familia fue para ella cerrar de un círculo. Sarah, que quería conectarse con el pueblo judío, descubrió que era, en realidad, parte del pueblo judío – una parte que tuvo que abandonar el judaísmo y andar errante por cientos de años.
En su libro «Vasijas Reparadas», Sarah describe cómo ella y su hijo Baruch trató con la adaptación a la vida judía en una pequeña aldea española, donde ella y su familia pasaron por las primeras etapas de la conversión. Por un lado, fue muy difícil, pues nadie en la aldea estaba familiarizado con las costumbres judías o incluso con los propios judíos. Por otro lado, Sarah dijo que la relación con las personas de su aldea era muy buena. Los vecinos eran comprensivos y respetaban las elecciones de la familia, habiendo acompañado el proceso de transición de la familia y su cambio final hacia Madrid.


Cuando la familia llegó a Madrid, la práctica del judaísmo se hizo mucho más fácil gracias a la gran comunidad judía allí existente. Después de pasar por un proceso de conversión preliminar en Madrid, la familia se mudó a Israel para concluir el proceso, estableciéndose en Beit El.


Cuando preguntamos por los informes de decenas de millones de personas en España, Portugal, Brasil, Honduras y otros países que dicen tener conexión con el pueblo judío por ser descendientes de marranos, Sarah dice que, en su opinión, este es uno de los signos redención. «Hay una promesa de Di-s de que todas las almas volverán para que la redención sea completa – éste es definitivamente un signo de redención.» Sin embargo, de acuerdo con Sarah, cada caso debe ser examinado en profundidad, ya que se puede suponer que a lo largo de los años, los «autoestopistas» han tratado de adherirse al pueblo que ha producido tantos intelectuales, líderes y personas de influencia.

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